Dreamland: Travesía de Newport a Panama 2010 - VagaMundo Navegaciones
Viajes en velero para conocer lo mejor de Panama. Sailboat trips to know the best spots in Panama
sail, navega, panama, explore, explora, drone, SUP, snorkel, Las Perlas, Coiba, Escudo de Veraguas, San Blas, Guna Yala, Taboca, Panama City, Canal de Panama,
17370
post-template-default,single,single-post,postid-17370,single-format-standard,qode-social-login-1.0.1,qode-tours-1.0,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-theme-ver-16.6,qode-theme-bridge,disabled_footer_bottom,wpb-js-composer js-comp-ver-6.2.0,vc_responsive
 

Dreamland: Travesía de Newport a Panama 2010

Dreamland: Travesía de Newport a Panama 2010

Prólogo.

Este viaje de traslado, desde Newport (Rhode Island, USA) a Colón (Panamá), se realiza con la finalidad de cambiar de área de operaciones de verano al de invierno, en aguas más cálidas.

La ruta planteada es salir de Newport hacia el canal de La Mona, entre Puerto Rico y República Dominicana, y desde allí hacia Panamá, donde tendremos una primera base de operaciones para realizar trabajos previos a la campaña de invierno.

La decisión de pasar al Este de Bahamas es por cruzar lo más perpendicularmente posible la Corriente del Golfo que remonta hacia el norte desde Florida hasta Cabo Hatteras, donde gira hacia el Este adentrándose en el Atlántico. Una vez hecho este paso, navegar por el Este de Bahamas nos libra de esa corriente en contra, de hasta 3 nudos, que queda definida entre Bahamas y Florida.

La ruta hasta La Mona son 1.370 millas; la misma distancia que atravesando las Bahamas por el paso de Mayaguana para pasar entre Cuba y Haití, lo que supone navegar por aguas más complicadas por las corrientes y los conflictos que hoy día sacuden a Haití (cólera, bandas armadas, etc.).

Desde Haití son 630 millas hasta Colón, contra las 890 millas desde el Canal de La Mona; sin embargo, merece la pena el rodeo por cuestiones de seguridad, comodidad y facilidad de navegación, puesto que ante una eventual parada de emergencia para repostar o reparar, en el Canal de La Mona siempre disponemos de puertos bien comunicados y seguros, tanto en Puerto Rico, como en República Dominicana.

Así pues, en total navegaremos unas 2.260 millas teóricas, que a bien seguro serán unas 2.400 aproximadamente, muy parecido a cruzar el Atlántico desde Canarias.

 

La fecha programada fue inicialmente el martes 9 de noviembre, pues esperábamos la llegada del último tripulante de los 6 que conformaríamos el equipo. Todo estaba ya listo cuando llegué a Newport desde Nueva York, después de recoger a Joan. Eran las 20:30h y noche cerrada con mucho viento y frío. Alrededor de los 0ºC era la temperatura de las últimas noches, de hecho, nevó dos noches antes a la salida prevista.

Examinamos los partes meteorológicos antes de salir y observamos que si zarpábamos en esa misma noche navegaríamos por delante de la borrasca la cual nos empujaría velozmente hacia el Caribe con vientos del N y NE de entre 30 y 35 nudos y olas de 6 a 8 metros, tal vez más.

Todo tendría que salir bien para poder navegar en esas condiciones tan cerca del límite de lo razonable, y como cosas tan importantes no se pueden dejar al azar, decidimos salir detrás de la borrasca con vientos de solo 25 nudos y mar de 6 metros bajando. Eso significaba esperar hasta el viernes 12 de noviembre, y así lo hicimos a pesar de que la noche del 9 de noviembre ya teníamos el motor ya en marcha y estábamos enfundados en nuestros trajes de agua.

 

Aprovechamos este retraso de 3 días para acabar de pulir temas de compras, tanto avituallamiento como souvenirs, de entre los cuales cabe destacar unas placas de recuerdo de la ciudad de Newport, que tan bien nos ha acogido todos estos meses en sus aguas.

 

Viernes 12 de noviembre: 06:00HL (local), Newport (USA).

Soltamos amarras a las 6 de la mañana con un cielo gris y ventoso que nos recuerda que estamos aún en el Norte. Maniobra de izado en las afueras de la bahía, donde ya se adivinan las grandes olas que nos van a zarandear durante 3 días.

A las 7:30HL pasamos la boya de aguas navegables y comienza nuestra singladura. Llevamos izada toda la mayor y todo el génova, con un viento del N al NNE de unos 30 nudos, navegamos por la aleta a unos 10 nudos de media, surfeando entre blancas y frías montañas de agua, que parece que compitan con el cielo en su color plomizo abarrotado de frías pinceladas blancas. El Sol no ha sido invitado a la fiesta y nos hemos de contentar con ver cifras espectaculares en la corredera que nos exigen timonear a mano todo el tiempo. En estas condiciones, con olas de 4 metros, no se pueden dejar responsabilidades a la electrónica, por lo que le damos el día libre al piloto automático.

 

El día transcurre rápido como todo lo que nos rodea: el tráfico mercante; las crestas de las olas, que de vez en cuando nos escupen como queriendo recordarnos quien manda aquí; la corredera que no baja nunca de 10 nudos, dejando en ocasiones marcas de hasta 15 nudos; la reestiba de todo lo que sale disparado cuando el cierre de una puerta cede al golpe violento de toneladas de sangre atlántica en el costado; las boyas de pesca que pueblan estos fondos poco profundos en la costa en de Estados Unidos, etc.

 

El viento arrecia y el anemómetro ya muestra a veces 40 nudos, las olas rompen cada vez más a menudo y, las que son empujadas por el viento y nos llegan por la aleta, se confabulan con las de través de mar tendida de más de 4 metros, para sacar a nuestro Swan de 86 pies de rumbo, y a nosotros de nuestras casillas.

 

A media tarde, a cien metros por el costado de babor, en barlovento ha emergido violentamente la reina de estas aguas: una ballena azul enorme que en su salto ha dejado ver todas sus barbas rompiendo estrepitosamente la cresta de la ola que se le abalanzaba sobre ella. Esto hace trabajar en nuestras mentes la matemática más elemental e intentamos calcular que pasaría si un barco de 65 toneladas navegando hacia el Sur a 12 nudos, topa con una ballena azul de 30 toneladas que navega a 5 nudos hacia el norte: debe ser parecido a que un camión que circula por una carretera se lleve por delante un furgón que circule en dirección contraria… mejor no pensarlo!

 

A las 17:00HL ya perdemos la luz del sol y es el momento de amarinar el barco pues se prevé peor durante la noche y el día de mañana. Tomamos un rizo a la mayor e izamos la trinqueta después de enrollar el génova.

La maniobra es siempre dura en estas condiciones y se precisa a toda la tripulación para asegurarnos todos los detalles y no dejar nada al azar.

Sin embargo, todo el trapo de la mayor cae sobre el costado de barlovento de la botavara en una contraescora inesperada por culpa de una ola muy grande y nos bloquea los lazy jacks que deberían mantenerla encima de la botavara. Maki ha de subir a la botavara tipo Park Avenue para poder ordenar todo el trapo y así nosotros poder tensar los lazy jacks y evitar de esa manera que tanto tejido vaya arrastrando fuera de la jarcia.

Como la maniobra conlleva más tiempo del previsto, el amante del 2º rizo, en su flameo violento, se pasa por debajo del extremo de nuestra Park Avenue y queda de esta manera atascado, lo cual significa que no tenemos opción a un 2º rizo. Esperemos que no sea necesario, en esta mayor equivale casi a una mayor de capa!

Todo listo y amarinado por fin, así que los que no estamos de guardia ya podemos retirarnos y la pareja que se queda al gobierno empiezan a disfrutar de un timón más dócil. El barco ya no es un caballo desbocado que se precipita en oscuros descensos que terminan en violentos frenazos. En esa situación la proa se sumerge en el seno de la siguiente ola y la cubierta resulta barrida por cantidades de agua helada que llegan hasta la popa por las regalas.

Mis guardias para esta noche serán de 19:00HL a 22:00HL y de 04:00HL a 07:00HL, no está mal teniendo en cuenta que, en la primera tendré cuarto creciente por encima del horizonte toda la guardia y que en la segunda veré salir el sol si tengo suerte, o cuanto menos se hará de día a media guardia.

El frío polar lo combatiré con el sistema de 3 capas: la primera totalmente transpirable y que pretende abrigar reteniendo el calor corporal; la segunda también transpirable, impermeable y con forro térmico para aislar perfectamente; y la tercera, que es el traje de aguas transpirable y totalmente estanco que me protegerá de agua y viento. El resultado es espectacular y consigo sentirme como en el vientre de una madre. Gracias Musto!

 

Sábado 13 de noviembre: 07:00HL (local), 37º 40`N y 71º 33’W.

Hemos navegado unas 245 millas en las últimas 24 horas, a pesar de arbolar la mayor rizada y la trinqueta desde ayer al anochecer.

La vida a bordo es una autentica locura de movimientos bruscos e imposibles de imaginar, puesto que la mar viene cruzada y confusa. Cuesta dormir sin rodar fuera de la litera, hacer algo en la cocina es digno de malabaristas profesionales, y ducharse puede significar acabar con una ceja rota o algo peor.

Sin embargo ayer hice junto con el Maki unas pechugas de pollo al limón con guarnición de patatas bravas. Lástima que no todos estaban en disposición de degustar esta comida que tanto nos costó cocinar entre sacudidas y escoradas.

Hoy para comer hemos cocinado arroz a la cubana aderezado con crema de coco. Ha sido todo un circo pero ha valido la pena, aunque como ayer, ha vuelto a sobrar. Hemos de vitaminar al resto de la tripulación o si no, no llegarán ni al Canal de La Mona.

Las olas son de más de 4 metros, algunas miden hasta 6 y coincide con las previsiones que teníamos. Creemos que esta noche han de empezar a aplacarse.

Como datos positivos tenemos que hoy hemos cruzado la Corriente del Golfo y de manera muy rápida lo que no nos ha hecho perder demasiada velocidad aunque ha sido cuando la mar se crecido más, llegando a precipitarnos en olas de unos 8 metros con planeadas de infarto. También hemos notado un aumento de temperatura que se va a agradecer mucho esta noche.

Como datos negativos tenemos que el viento está bajando de intensidad y le cuesta llegar a los 30 nudos. Hemos de orzar más para seguir teniendo velocidad entre estos monstruos de agua salada y conservar así una buena maniobrabilidad. Esta orzada hace que nuestro rumbo pase de ser un Sur a un SE, hacia Bermuda, que en el momento de escribir esto (18:30HL) se encuentra a unas 325 millas. Hemos recorrido 350 millas en 35h!

Mañana por la noche empezaremos a entrar en el mítico triángulo de las Bermudas, que espero nos regale una rolada a NE o ENE para volver a recuperar un rumbo S.

 

Domingo 14 de noviembre: 07:00HL (local), 34º 21`N y 69º 52’W.

Esta noche ha sido más de lo mismo, entre olas enormes con viento de aleta de 30 nudos, sin embargo, ya empezamos a notar el agua de la mar más cálida en cada roción que nos mantiene despiertos durante la guardia nocturna.

Seguimos orzando hacia Bermuda y así va a ser todo el día pues esperamos primero una bajada de intensidad del viento y para el martes un role al E que nos ha de permitir recuperar el rumbo al Canal de La Mona.

Mi guardia acaba a las 07:00HL y como el viento ha ido perdiendo fuerza, soltamos el rizo y navegamos con toda la mayor y todo el Génova para intentar mantener una media de al menos 9 nudos.

La mar va disminuyendo también y eso se agradece mucho en la vida que se desarrolla en el interior del barco, volvemos a retomar actividades de orden y limpieza.

Afuera comenzamos a ir en mangas de camisa puesto que el sol que luce acompaña a un ritmo más estival a la hora de trabajar en cubierta.

Descargamos un nuevo parte meteo y se confirman nuestras expectativas para el role. También se confirma la formación de una tormenta tropical frente a las costas de Guatemala. Hace unos días tan solo era un área de inestabilidad que nos hacía sospechar que se transformaría en tormenta atemporalada. Es muy típico en esta época en los tiempos que vivimos, en los que el cambio climático afecta a la prolongación de la época clásica de huracanes.

Una crema de calabacín y un solomillo a la plancha nos han hecho recuperar proteínas en el día de hoy, señal de vuelta a la normalidad poco a poco.

La tarde tranquila, sin tantos golpes de olas en el costado, pues la mar tendida también va disminuyendo. Tarde de anécdotas e historias entre buenos compañeros alrededor del timón.

El ocaso nos regala media horita más de sol desde que dejamos atrás el frío de Newport. Ahora perdemos la luz solar sobre las 17:30HL, momento en el que la corredera ya apunta 550 millas de espuma salada por la estela.

La noche comenzó cálida y brillante por un cuarto creciente que intenta apagarnos a Júpiter y a Orión, mis dos grandes brújulas astronómicas hacia el Sur. Menos mal que de vez en cuando hay alguna nube de algodón que entela a la luna y permite disfrutar del magnífico espectáculo de las estrellas.

Esta noche la guardia será de 01:00HL a 04:00HL. Esta vez será sin traje de aguas, con buena música y acompañado de miles de estrellas que lucirán orgullosas sobre mis velas.

 

Lunes 15 de noviembre: 07:00HL (local), 31º 58`N y 67º 29’W.

Noche fantástica donde se puedan imaginar, con la salvedad de que el viento faltó a la convocatoria y se hizo extremadamente difícil mantener el Dreamland por encima de los 8 nudos de velocidad. Tuvimos que orzar frecuentemente para acelerar el viento aparente y luego caer manteniéndolo constante sin que el barco se frenase por una ola cogida a destiempo. Mucha concentración y alarde de habilidad que se vio compensado con un magnífico espectáculo de estrellas fugaces.

Al amanecer ya fue imposible mantener el barco en una media de rumbo y velocidad digna. La botavara sufría frecuentes sacudidas debido al movimiento de la mar de fondo que el escaso viento no era capaz de amortiguar.

Finalmente decidimos arriarla y enrollar la Génova para dar paso al motor que llevaba callado más de 650 millas. La media que nos proporciona es baja, 7,5 nudos, porque no es capaz de mantener una alta compresión en sus viejos cilindros, pero sigue llevándonos siempre a buen puerto gracias a los mimos que le profesamos continuamente.

Así pues, hemos navegado todo el día con el caballo de hierro, aprovechando para solucionar pequeños problemas que veníamos arrastrando durante estas primeras 700 millas desde que salimos de puerto.

También hemos puesto el curricán y nos ha dado sus frutos: un Mahi-Mahi de un metro de eslora que nos ha deleitado en la mesa a media jornada, a la plancha aderezado con limón y ensalada.

He aprovechado el día para ordenar la cabina, transformándola de iglú a cabaña tropical: toda la ropa de invierno a la maleta y en los cajones solo camisetas y bermudas, en la litera una simple sábana preventiva.

También hemos tenido sesión de ejercicios en cubierta a media tarde para seguir manteniendo el cuerpo tonificado, pues los movimientos necesarios para navegar se convierten en limitados y no podemos dejar que el cuerpo se anquilose. Lo que todavía no pude solucionar fueron dos “recuerdos” que me traje de Newport: Una angina de cuello por ir a correr a las 7 de la mañana con la puñetera niebla a 3ºC, y un dolor agudo de muelas por una endodoncia mal hecha en Barcelona que se me ha infectado en USA y estoy tratando con una dieta a base amoxicilina (4 al día) y painkiller´s, …si, si, painkiller´s es lo que me puso el doctor en la receta y fue lo que pedí a la farmacéutica. Pero si los de la farmacia no funcionan acabaré recurriendo a los que yo hago con la cocktelera. Espero llegar a Panamá para encontrar un honesto dentista que haga bien su trabajo y limpie del todo la maldita raíz del nervio.

Esta noche volverá a ser una cálida noche de guardias en la que espero poder disfrutar otra vez de buena música y mejores pensamientos.

 

Martes 16 de noviembre: 07:00HL (local), 28º 55`N y 67º 37’W.

La noche pasada fue muy tranquila, despejada y carente de viento. Hicimos uso del motor toda la noche sin expectativas de poderlo callar ni por un rato para disfrutar de la tranquilidad de un radiante cielo estelado.

Apenas se notaba una leve intención de rolar al este pero sin ninguna fuerza, parecía que estuviese extenuado de tanto soplar durante la última semana en el Atlántico Norte.

Al amanecer, en mi guardia, he desenrollado el Génova para aprovechar unos suspiros del Este y poderle bajar revoluciones al Caterpillar y estabilizar a su vez el balanceo del Dreamland, pues aún tenemos una ligera mar tendida del NNE, últimos vestigios del temporal que ya esta finiquitado.

Ha sido una mañana de poner orden y limpieza abordo. Hemos baldeado la cubierta y ordenado los interiores. Como teníamos que producir agua, y para ello necesitamos el generador grande, el de 20 kilowatios, hemos aprovechado para hacer una lavadora con toda la ropa que hemos usado en el temporal. Con la potabilizadora funcionando a 190 litros por minuto tenemos margen para un baldeo moderado, un par de lavadoras y recuperar un poco el stock de agua potable.

Mientras hacemos todo esto las cañas con las curricas siguen trabajando por la popa. Montamos dos, una en cada aleta, con líneas de resistencia media, de unos 20 a 40 kilos, pues si pescamos algo más grande mejor que se rompa el sedal porque no habrá manera de meterlo en el congelador y por lo tanto no valdrá la pena el esfuerzo y el tiempo de lucharlo e izarlo abordo.

También hemos dedicado parte del día a reparar pequeñas cosas que se prestan a ello por darnos la oportunidad. Por ejemplo la protección de la driza de mayor estaba ya muy gastada del roce en la cajera de su roldana en la perilla del mástil. Aprovechando que la tenemos arriada por falta de viento, hemos cambiado el cuero por uno nuevo. También lo estamos haciendo con los cueros que protegen los terminales de guardamancebos de la plataforma de baño.

Es un trabajo de chinos pues no solo se ha de confeccionar la plantilla con la forma exacta previendo el estiramiento del cuero, también se ha de troquelar todos los agujeritos por los que ha de pasar el hilo encerado que la ha de coser. Esto lo hacemos con martillo y punzón, uno por uno, cada 5 milímetros y por las dos aristas a coser. La protección de la driza de mayor tiene aproximadamente 1,2 metros de larga, unos 240 agujeros por banda, casi 500 golpes de punzón y sendas enhebradas de aguja más tarde.

Aún recuerdo cuando forré de cuero la rueda el invierno pasado en Miami: tiene 3.8 metros de circunferencia, más 8 radios de doble tubo que se han de forrar también como mínimo unos 25 cm. No me salen menos de 1,500 agujeros contando también los empalmes y otros detalles!

Respecto a la pesca, hoy se han zafado en dos ocasiones de nuestras rapalas. Empezábamos a echarle la culpa al Triángulo de Las Bermudas, que estamos cruzando desde ayer, cuando por fin una llampuga mordió con ganas y se presentó guerrera. No hacía siquiera un metro de eslora pero la maldita tiraba como un buey!

Mañana tendremos de menú sushi, puesto que hoy ya habíamos optado por costillas al horno dada la mala suerte que nos seguía.

Los ejercicios físicos siguen llevándose a rajatabla día a día. A veces colgados de la botavara o los pasamanos del techo del salón, otras veces usando la cubierta como colchoneta y los pies en el carro de la mayor para poder hacer abdominales. Lo importante es no faltar a la rutina diaria!

El tiempo es muy bueno ahora, con una cuña anticiclónica que se extiende desde los USA hacia Bermuda y que nos da una meteo de poco viento y mucho sol, radiante como en el Caribe pero aún no tan alto y castigador.

La fauna, a parte de la que extraemos mediante la caña, es limitada: algún delfín o tortuga durante el día, fácil de ver con la mar plana, y un par de aves marinas de vez en cuando, atraídas por nuestros señuelos de pesca que arrastramos por la popa.

Cae la noche, muy temprano como de costumbre. Sin embargo no modificaremos la Hora Local que estamos usando de USA en nuestro reloj de bitácora porque justamente es la misma HL que usan en Panamá y así nos evitaremos dos cambios de reloj inútiles. Tan solo es cuestión de aprovechar la luz sin importar hacia adonde apuntan las manecillas.

Lo que más me gusta aprovechar a mi es precisamente la oscuridad de la noche, es donde más a gusto me encuentro. Todos descansan excepto la Nave. Es el momento de reencontrarme con ella a solas y entablar nuestro diálogo de sensaciones. La enorme rueda es como su voz, con la que me explica si le he descuidado el trimaje de sus velas, si está aumentando su velocidad, o si el viento está arreciando. Pero también me gusta pasearme por toda ella para ponerme al día de cómo está, si la trato bien y sonríe con sus brillantes inoxidables o si por el contrario suelta una lágrima de óxido que me hiere en el corazón y me apresto a hacer desaparecer.

 

(Siguiente párrafo es solo para los místicos de la navegación a vela)

 

Esta noche he tenido sesión especial de guardia. De 22:00 a 01:00 HL. La Luna en cuarto creciente avanzado

(llena en un 70%) iluminaba una mar llana, ligeramente ondulada por la mar tendida. Júpiter iba por delante de la luna buscando ya el horizonte, creo que ya tenía ganas de acostarse porque sus cuatro lunas lo tienen totalmente estresado, sobretodo Io, que estos días se la ve muy apartada de él.

Al Sur, encima de mi mástil, como siempre vigilante, estaba la constelación de Orión, a sus pies, lindando con el horizonte, la estrella Canopus centelleaba constantemente debido al filtro natural de nuestra atmósfera terrestre. Y Sirius, con su magnífica luz, seguía de cerca al guerrero Orión en su trayectoria celeste.

La brisa del Este era débil, de 6 a 9 nudos, a veces 11, pero por poco tiempo. Con toda la mayor y el Génova trabajando apenas le podía sacar al barco entre 6.5 y 8 nudos, en función de la brisa, ajustando constantemente las velas para poder aprovechar el aparente que generaba, oscilando entre 9 y 13 nudos a un ángulo de unos 50º.

En función de estas oscilaciones, a veces ponía proa a Sirius, otras veces a Canopus, pero siempre rascándole la barriga a Orión con la veleta de mi mástil.

La Luna, celosa, miraba desde estribor la escena, e incluso parecía que ella era la que designaba que la brisa cesara para vengarse de que no le prestara la atención a la que está acostumbrada. Incluso con su brillo intentaba apagar a mis otras amigas pero Orión hoy brillaba más que nunca, tal vez sería porque yo llevaba rumbo Sur, tal vez porque estamos en el Triángulo de Bermudas, ves a saber…!

El Dreamland se dejaba gobernar esta noche con un conformismo inusual. Como fijado sobre raíles, avanzaba estable y recto a timón centrado, y me permitía dibujar a capricho en el cielo, con su veleta iluminada, con apenas unas insinuaciones en la rueda.

Me puse los auriculares y dejé sonar No Line On The Horizon, de U2. La magia del momento lo inundó todo por completo y comenzó nuestro diálogo de sensaciones entre la Nave y yo.

Baile de cifras encarnadas de la electrónica B&G me confirmaban a cada momento lo que Sirius y Canopus me mostraban al instante. La rueda me pedía que le orzase más y me avisaba cuando la rolada ocurría, caprichosamente sucedía cuando Canopus quedaba ocultado detrás del stay. Entonces espantaba a Sirius para que dejase la cruceta y arribaba para permitir que volviese a brillar Canopus. El barco volvía acelerar y la melodía de Moment Of Surrender ponía la guinda a toda la escena.

Ahora estamos en 45º de aparente, maldita brisa perezosa! Abandono por un instante la rueda en manos de su canguro, el piloto automático. He de cazar más escota de Génova. Las fibras textiles en el winche hidráulico me dicen estridentemente que sí, pero que ya hay suficiente potencia en el stay de proa. Regreso rápidamente a los radios de mi querida rueda pues no quiero regalarle más segundos de mi momento al antipático piloto automático.

Aumenta la brisa 3 nudos mas solamente pero la Nave acelera y paso de los 8 nudos. Me vienen recuerdos de un momento tan mágico como este, en un concierto en Barcelona, justo cuando suena I´ll Go Crazy If I Don´t Go Crazy Tonight.

Acompaso la música con pequeños golpes con la mano derecha sobre el radio más cercano a la marca de crujía y recibo las vibraciones de la rueda con la mano izquierda que sujeta la rueda desde barlovento. Realmente suena como un instrumento, y me divierte formar parte de la música que me gusta, como si me hubiesen invitado a tocar al lado de The Edge, y de esta forma cierro el círculo música-timonel-barco-brisa-mar-horizonte-universo-música. Aunque pienso que en realidad es como si yo les hubiese invitado a ellos a navegar en el Dreamland por esta noche.

Nada es eterno y Júpiter se esconde tras el horizonte, tirando de la Luna para que se acueste también, mientras suena White As Snow.

La brisa muere en ese preciso instante y pienso que se trata de una última venganza de la Luna, celosa de que ella ha de marchar y Sirius, Orión y compañía siguen conmigo. El barco pierde velocidad y se está precipitando a una navegación marchita. No me resigno y, como si fuera a servir de algo, selecciono Where The Streets Have No Name en el iPhone. Mientras suavemente arranca la introducción y sube el tempo, mágicamente aumentan las cifras de la B&G y el barco empieza a acelerar hasta volver a recuperar la velocidad. No acabo de creerme que la música sea mágica y provoque a la brisa, simplemente es que estamos en el Triángulo de Bermudas, si, es eso!

Acaba la canción con su célebre fade out en la guitarra de The Edge, y como si ese efecto también fuera con la brisa, ésta se apaga indefinidamente al mismo tiempo que la Luna se sumerge en la línea del horizonte, sonrojada de vergüenza por la travesura que acaba de cometer.

 

Enrollo Génova, mayor al centro, Caterpillar en marcha y paso novedades a la guardia entrante. Me voy a la litera con un muy buen sabor de boca.

 

Miércoles 17 de noviembre: 07:00HL (local), 24º 16`N y 67º 35’W.

Todo el día de hoy sin apenas viento, mayor arriada y motor girando.

Se suceden las tareas de mantenimiento y limpieza. Hoy hemos probado el nuevo toldo de la cubierta de proa para acabar los detalles de accesorios que le faltaban, ya que va a ser un amigo inseparable allá en el trópico y queremos llegar con él perfectamente preparado para usarlo desde el primer día.

También hemos continuado con las protecciones de cuero y ya empezamos a usar a diario el toldo de la timonera pues el sol se vuelve insoportable. También a partir de hoy las cremas protectoras son de uso obligatorio abordo.

Han picado dos dorados más hoy al medio día, así que hemos retirado las cañas hasta que nos comamos todo el pescado que tenemos. Y eso que aún no hemos llegado a la zona buena de pesca!

Todo el día andamos en pantalón corto o bañador y camiseta de manga corta o sin ella, ya casi no nos acordamos de la nieve de los últimos días en Newport antes de zarpar!

Sin embargo el sol sigue poniéndose temprano por mantener la hora local de la costa Este de USA: más o menos se pone a las 17h, por lo que a veces hemos de acabar los trabajos con una linterna frontal en la cabeza.

Durante las primeras horas de la noche ha vuelto a subir el viento a unos 20 nudos que nos deja un aparente de través aproximadamente, esto nos viene de perlas para alcanzar La Mona pasado mañana durante el día.

Hemos vuelto a poner todo el trapo en la jarcia para aprovechar al máximo y dar descanso al motor principal.

Mi guardia de esta noche ha sido de 01:00HL a 04:00HL, navegando rápido, a vela, sin ruidos contaminantes, tan solo el crujir de la jarcia y el chapoteo de la estela. El cielo inmensamente abarrotado de estrellas, sobre todo a partir de la puesta de la Luna.

Esperemos que aguante esta meteorología al menos unos días más, hasta llegar a la zona de las tormentas tropicales.

 

Jueves 18 de noviembre: 07:00HL (local), 22º 35`N y 67º 38’W.

Finalmente amaneció un jueves con viento flojo y caprichoso. Cambiamos constantemente de rumbo para buscar crear viento aparente y poder retrasar la puesta en marcha del motor, pero al final nos agota la paciencia variar el rumbo debido hasta 30 o 40 grados de diferencia. Acabamos poniendo en marcha el motor principal. A veces lo combinamos con las velas pero otras arriamos genova e incluso hasta la mayor, son velas muy viejas y pesadas, mas de 180 kg cada una, y sus inercias en el balanceo del barco sin viento pueden provocar que se desgarren por sus costuras, ya que los hilos de poliester se han ido degradando con el sol y la sal de estos últimos años.

Al final se establece un NE fresco y probamos izar todo de nuevo. Volvemos a navegar bien, a buen rumbo y a buena velocidad. Y así ha continuado todo el día.

Al ocaso nos hemos rodeado de chubascos que, si bien no nos mojan durante demasiado tiempo, nos van afectando a nuestro viento cambiandolo continuamente de dirección e intensidad. Es síntoma inequívoco que ya estamos cerca del Mar Caribe.

A media noche se nos acaba la paciencia con las roladas y recurrimos de nuevo al motor, pero …no arranca!

Compruebo la batería: está baja, no me lo explico con el montón de horas que hemos estado navegando con la máquina! El alternador también carga las baterías de servicio además de las propias del motor, así que las compruebo y en efecto, están bien!.

Arranco el generador pequeño y el cargador eléctrico de las baterías del motor, al aumentar el voltaje ya puedo arrancar el motor principal y, una vez subido de revoluciones, compruebo que carga perfectamente las baterías de servicio pero no las de motor, así pues, el regulador de carga se ha fastidiado en la borna de salida a las baterías del motor.

Bueno, no es un problema serio porque podemos ir salvando la carga de estas baterías con el cargador eléctrico y el generador. Ya en Colón cambiaremos el regulador de carga.

Bueno, pues ya tenemos otro elemento que nos va a apedir más horas de generador y por lo tanto menos autonomía: hemos de navegar más tiempo a vela!

La noche pasa entre chubascos intermitentes, pero cálida y lúgubre a la vez por tener la Luna atenuada tras las nubes.

 

Viernes 19 de noviembre: 07:00HL (local), 19º 15`N y 67º 50’W.

Por la mañana continuamos a motor porque el viento nos está soplando muy de popa y flojo, lo que significaría una navegación lenta y molesta si fuéramos a vela. La ola se crece un poco debido a una corriente en contra que seguramente proviene del Canal de La Mona por diferencia de temperatura del mar entre el Caribe y el Atlántico.

Hoy es el cumpleaños de Oscar, un tripulante canario que embarcó por primera vez en el Dreamland. Para celebrarlo Ayoze, su hermano, y Joan han intentado cocinar una tarta en el horno de gas y el resultado ha sido espectacular:

El barco se escoraba constantemente de una banda a la otra, a veces de manera exagerada, por navegar solo a motor con olas de crestas altas por popa y aleta, justo antes de entrar al Canal de La Mona. Dentro del horno, la bandeja que contenía la tarta se desplazaba desde el fondo hasta la puerta, de una manera cíclica y contundente, de tal manera que al chocar contra la puerta, la inercia hacía subir la masa por el cristal del horno, derramándose inevitablemente por todo el interior. Cuando escoraba hacia el otro lado ocurría algo similar y la bandeja chocaba contra el fondo del horno, dejando que la masa trepase por la pared del horno y luego cayese al piso inferior, escapando por ciertas aberturas que tiene y derramándose por todo el alojamiento de la cocina. Dramático. Pero por si fuera poco, el espectáculo mejoró por momentos cuando, en una escora muy brusca, sufrimos un golpe de mar que abrió la puerta del horno, permitiendo que la bandeja saliera disparada y, por la Ley de Murphy, fue a impactar contra el plan de la cocina justo boca abajo.

De todo aquello salió una especie de bizcochito del tamaño de una madalena, justo para pinchar una velita y poderle desear lo mejor en el día de su aniversario, ya en aguas caribeñas.

Hacia medio día estábamos ya navegando por fin en el Canal y la mar volvió a ser más uniforme, sin crestas violentas que dan fama de duro al paso de este Canal de Sur a Norte. Menos mal que en esta ocasión lo estamos cruzando en el sentido más agradable. Mucho tráfico nos empieza a cruzar nuestra derrota. Las comunicaciones por VHF ya comienzan a oirse con mayor frecuencia, tanto en castellano como en inglés.

Las apuestas sobre la hora de llegada a destino ya se empiezan a cruzar cuando todavía nos quedan unas 890 millas. Gana como siempre la apuesta sobre que la hora de arribada será entre la 01:00HL y las 03:00HL, la más intempestiva, como viene siendo tradición cada vez que llegamos a un destino desconocido.

Sin embargo, aún nos quedan muchas olas que surfear y otras tantas tormentas que sufrir, por lo que es muy difícil acertar. Yo me conformo con que haya viento y no tengamos que sufrir por el combustible, que en estos momentos disponemos para 4 días de los 5 que nos quedan todavía.

 

Sábado 20 de noviembre: 07:00HL (local), 17º 03`N y 70º 30’W.

Ayer noche, después de entrar en el Mar Caribe por el Canal de La Mona, el viento siguió acompañándonos con fuerza del NE durante toda la noche, con una intensidad de entre 25 y 30 nudos.

Amurados a estribor continuamos navegando hacia poniente por toda la costa sur de la República Dominicana hasta entrar esta mañana en aguas de Haití. Esperábamos un role del viento hacia el Este que nos permitiese trasluchar para volver a ganar más rumbo SW.

Toda esta pasada noche la mar ha ido a más hasta formarse una ola corta de unos 2 metros con ocasionales crestas de 3 metros que nos rompían en la popa y hacían difícil timonear el barco. Llevábamos la mayor y el Génova izados a tope, y eso nos permitía no bajar nunca de los 10 nudos, alcanzando planeadas de hasta 13 nudos. En definitiva, una noche para ganarse el sueldo.

Por la mañana, viendo que la meteo arreciaba o, como mínimo, seguía igual, decidimos enrollar el Génova y navegar solo con la mayor y la trinqueta trincada al centro como plano de deriva para ayudar a caer la proa en las orzadas violentas que las olas nos producían. El resultado ha sido un barco más cómodo, fácil de gobernar y un rumbo más cercano al viento en popa redonda que nos permitía ganar más SW. La velocidad sigue por encima de los 10 nudos. De esa manera hemos podido intentar conciliar la vida doméstica a bordo, pues esta noche no había quien se sujetase en la litera, con escoras de más de 20º que iban súbitamente de una banda a la contraria, catapultando todo fuera de su lugar.

Al anochecer ha llegado progresivamente el esperado role y hemos trasluchado el barco. Ahora navegamos ya directos a rumbo de Colón y a una media de 10 nudos, las 588 millas que aún nos quedan a la puesta de sol podríamos cubrirlas en unas 70 horas, contando que el viento aflojará en las últimas 150 millas.

El calor húmedo ya empieza a incomodarnos y ya nos duchamos con el agua fría por defecto para paliar el calor.

Esperamos que la mar vaya disminuyendo lenta y progresivamente. Espero no salir catapultado esta noche de mi litera, de todas maneras, por si acaso, volveré a cubrir el espejo con almohadones para evitar romperlo de un cabezazo.

 

Domingo 21 de noviembre: 07:00HL (local), 14º 55`N y 73º 52’W.

Anoche fue una guardia como para ganarme el salario. Mar de 4 metros con rompientes, vientos fuertes por encima de 30 nudos toda la noche y por encima de 40 a ratos, lluvia, etc.

Se hizo muy duro timonear y como a mí me ha tocado de compañero de guardia al novato de la tripulación pues he tenido que timonear las 3 horas de mi guardia, quedando totalmente agotado, sobre todo de brazos.

Las olas nos han alcanzado por la popa y por el costado golpeando con fuerza brutal y sacando de rumbo las 70 toneladas de barco constantemente. Ocasionalmente también nos han golpeado desde arriba, pues algunas olas especialmente grandes se alzaban por la popa superando los 2 metros de altura de nuestro mástil de antenas y rompiendo encima del cockpit, dejándonos empapados.

El cielo estaba totalmente cubierto y la Luna no se dejaba más que intuir.

Por la mañana el panorama ha continuado parecido pero con las condiciones extremas menos frecuentes.

A mediodía llevábamos ya recorridas 2.000 millas desde que dejamos la fría Newport y tan solo nos quedaban 400 millas para llegar a la bochornosa Panamá. Tan solo llevamos navegando poco más de 9 días, así que calculamos que completaremos el delivery en 11 días, que no está nada mal.

Hay una sensación extraña que me invade y me preocupa: navegamos hacia el Oeste en este Mar Caribe en el que el viento sopla monótonamente del Este con intensidades de los 20 a los 30 nudos, y ya se nos está acabando el horizonte, en breve llegaremos al rincón de más a sotavento de este mar. El día que tengamos que sacar el barco de aquí para llevarlo a Brasil, Miami o Europa, nos vamos a dar una panzada de ceñir y sufrir pantocazos que se nos van a salir todos los empastes!

A mediodía me disponía a arrancar el generador grande para fabricar agua potable, cargar baterías, enfriar neveras y arrancar los grupos de aire acondicionado, cuando nos quedamos perplejos al ver que no hace ningún amago de arrancar! Ahora no nos podemos permitir esta avería pues nos coge en el peor momento: no nos queda casi agua en los tanques, las neveras ya no están frías y necesitamos cargar las baterías del motor principal del que tenemos su regulador de carga averiado. Además, el generador grande carga con su propio alternador la batería del generador pequeño, el cual no dispone de alternador de carga, por lo que sin el grande, el pequeño está condenado a dejar de girar tarde o temprano, y entonces no podremos ni arrancar el motor principal.

Comprobamos la batería y está en perfecto estado, pero por alguna razón, el cable positivo de batería no lleva tensión cuando llega al generador.

Hemos tenido que vaciar la sala de máquinas de cajas de bidones y otros enseres para poder desmontar las tapas del generador y acceder a los sistemas que hemos de verificar. El problema es que las sacudidas y escoradas del barco son tremendas y salgo despedido frecuentemente contra los escapes o los cargadores eléctricos del zulo de máquinas, quemándome y contusionándome en cada operación. El salón empieza a llenarse de objetos de la sala de máquinas que pueden salir volando en cualquier momento, por lo que precisamos la ayuda de Ayoze y Maki para poder controlar todo este jaleo. Menudo circo! Pero es primordial arrancar el generador como sea! Ayoze nos sugiere que estiremos del cable de batería para recuperarlo y verificarlo. Maqui y yo soltamos una carcajada y le explicamos: -“El año pasado, navegando de Bonaire hacia Miami, dejó de funcionar paulatinamente todo, primero un generador, después otro, etc. Estuvimos indagando la instalación eléctrica de ambos grupos electrógenos y era de juzgado de guardia: cables que se bifurcaban y luego no se dirigían a ninguna parte u otros que conectaban directamente un generador con otro, cosas rarísimas que no quisimos ni tocar, montamos una conexión en paralelo entre las dos baterías de arranque y listos”.

Es una instalación que hemos de desmontar entera y sanearla, pero no será en medio del Mar Caribe, tan solo hemos de arrancar la estúpida máquina y en el momento que esté girando ya se mantendrá ella por si sola funcionando. Por lo tanto manos a la obra: preparamos unas típicas pinzas de batería que se recalientan y no son capaces de dar suficiente superficie de contacto para los amperios necesarios. Bah! son de juguete! Le cortamos las pinzas de los extremos y unimos los dos cables como uno solo para tener el doble de sección, pelando bien el cobre en los extremos y chafándolo conseguimos una buena superficie de contacto. Probamos y … si gira! Pero no arranca porque hemos de puentear la solenoide de paro. Preparo otro pequeño cable con conexiones faston adecuadas y conecto el positivo del alternador al positivo del solenoide. Probamos y… gira pero el solenoide no tira de la leva! Le ayudo con un poco de mi golpe de gracia y lo consigue! La mantiene accionada y por fin arranca el grupo electrógeno de las narices!

Vamos a hacer agua y poner aire acondicionado, por fin! Pero ya tenemos otro marrón para la lista de trabajos de Colón…

Al anochecer, cuando tengamos todo a tope de agua, frío y voltios, desconectaré el solenoide y lo pararemos. Seguramente no tendremos que necesitarlo más hasta llegar a Colón, pero por si acaso dejamos todos los artilugios preparados a mano para un eventual arranque de nuevo.

Hoy comemos muy tarde pero no importa si lo podemos hacer con aire acondicionado y una buena ducha de agua dulce en la sobremesa.

Por la tarde, antes de que anochezca, tomamos un rizo a la mayor para evitar pasar otra noche del loro, ya que se prevén chubascos por esta zona hasta dentro de 2 o 3 días. Si el viento amaina siempre podremos desenrollar Génova o, en el peor de los casos, arrancar el principal y navegar a motor y vela, pero tranquilos: la tripulación necesita poder descansar algo esta noche después de los maretones de los últimos días.

Llegaremos el 23 de noviembre, día en que Juanito cumple veinti… nosecuantos, aunque yo creo que serán unos 16 mentales, porque está ya preparando la fiesta en Colón la noche de nuestra arribada. Me gustará ver quien queda en pie después de las 22h…!! Je je je!

 

Lunes 22 de noviembre: 07:00HL (local), 12º 12`N y 76º 34’W.

Penúltimo día de navegación si todo va bien, mañana llegaremos durante la tarde a Colón.

La noche ha sido movida literalmente, como ya viene siendo habitual. Si bien el viento se ha mantenido razonable entre los 20 y 30 nudos como máximo. Algún chubasco débil aunque vemos frecuentemente en el horizonte los destellos de los relámpagos.

Alguna extraña corriente provoca una disminución de nuestra velocidad sobre el fondo, corredera no tenemos y por lo tanto no podemos calcular dicha corriente. Pero se hace evidente al observar frecuentes crestas rompientes en las olas a pesar de que a veces el viento baja a 20 nudos. De hecho, las olas son más pronunciadas y constantemente nos empujan a surfear pero como son más cortas de lo normal, el barco se frena al pinchar con la proa en el lomo de la ola de delante. Las olas tienen unos 3 a 4 metros de altura, pero en ocasiones vienen Las Tres Marías que llegan a medir hasta 6 metros! …y esas son las que ponen todo del revés en el interior del barco.

Con algunas de ellas llegamos a conseguir correderas de hasta 13 o casi 14 nudos, y eso medido por GPS, cuyo dato es promediado y nunca puedes observar las puntas de velocidad.

A parte de esa monótona incomodidad, lo demás sigue igual: las averías que tenemos, el ritmo de guardias, las comidas circenses abordo, los ejercicios físicos, mi dolor de muelas (al menos la angina ya hace un par de días que desapareció).

Para adelantar trabajo hoy ya empezamos a preparar los documentos de inmigración necesarios para el permiso de entrada al país, estas cosas es mejor hacerlas con tiempo para darse cuenta si hay algún documento caducado o perdido que haya que falsificar antes de llegar. Para eso el Photoshop y cierta imaginación y habilidad hacen milagros.

También estudiamos un poco, con la documentación que tenemos abordo, las costumbres y normas de los indios Kuna, que gobiernan la región autónoma que pretenderemos visitar en Navidades. Son un pueblo un tanto especial que protegen su Edén muy celosamente, por lo que hay que llevarse muy bien con ellos si por allí quieres navegar y disfrutar de sus riquezas naturales. Aunque usan los dólares, realmente siguen teniendo una economía basada en el trueque y esa es la baza que hemos de explotar con ellos. Hemos de ver que podemos comprar en Colón que les pueda interesar y con lo que podamos pactar permisos para desembarcar en tierra, navegar por sus playas, pescar en sus arrecifes o incluso con suerte, coger sus cocos. Tal vez azúcar, ron, arroz y herramientas serán muy apreciados. Gasolina, cabuyería, artes de pesca y cargador solar de móviles serán también una opción válida para las comunidades más avanzadas.

Será interesante compartir nuestras celebraciones navideñas con ellos, en el Paraíso.

Al anochecer ya el viento ha dejado de soplar con fuerza y una débil brisa no nos sirve para estabilizar el barco entre semejante mar tendida de estos 3 últimos días. Arriamos mayor y enrollamos Génova para evitar los fuertes gualdrapeos que sufren por el constante balanceo del barco. Arrancamos el Caterpillar y avanzamos lentos entre las crestas de las olas: apenas 7 tristes nudos, definitivamente nos hemos mal acostumbrados a volar con nuestro barco y cuando volvemos a la cruda realidad de lo que nuestro motor nos puede ofrecer, nos deprimimos.

Suponemos que finalmente llegaremos mañana por la noche, por lo que encontraremos todo cerrado y tendremos que fondear a la espera de la mañana para hacer todas las gestiones y amarrar en la pequeña marina que tenemos apalabrada.

Hoy me toca guardia de 22:00HL a 01:00HL, pero la noche amenaza lluvia para variar. Si le sumo el ronroneo del motor y la ausencia de viento, no es que me resulte un panorama muy halagador, pero como siempre, he de recordar que se trata de trabajo.

 

Martes 23 de noviembre: 07:00HL (local), 10º 09`N y 78º 49’W.

Noche de lluvias intermitentes y mucho motor. Al menos la mar ha ido bajando considerablemente hasta que nos ha permitido trabajar comodamente en cubierta. Aprovechando un tímido sol que despunta por encima de la neblina, sacamos a cubierta toda la ropa de agua para desalarla y lavarla. Enseguida el barco se convierte en una caravana de gitanos con ropa tendida por todos los guardamancebos. No importa pues aquí no tenemos curiosos que nos critiquen, aunque ya se aprecia un considerable tráfico marítimo.

Sobre el mediodía estamos ya a escasa distancia de la costa, apenas una o dos millas. El radar lo atestigua pero no vemos aún tierra porque la neblina lo cubre.

 

Ciertamente era casualidad que en esos momentos sonaba “Gabriel’s Oboe” del genio Ennio Morricone, banda sonora de la película “The Mission”. Esperando ver la Punta Del Cortesa, se nos abrió de repente la niebla y apareció ante nosotros, por babor, las majestuosas rocas de Las Farallones, adornadas de palmeras, acacias y manglares, cubiertas de un intenso verde que se mezclaba con la música y penetraba en nuestros sentidos.

Tan solo vestidos con pantalón corto, raído por la sal y los productos limpiametales, barbilampiños y mal aseados, nos sentimos por unos instantes como los primeros navegantes que llegaron a estas costas hace ya más de 500 años, boquiabiertos por semajante estallido de belleza natural.

El aire se va tornando cada vez más transparente, la neblina se disipa y reconocemos la costa continental con muy pocas construcciones, todas ellas integradas en la vegetación.

Aún estamos a 25 millas de Colón y la jungla no deja que la civilización la colonice.

La mar calma de golpe y decidimos contornear todo el litoral hasta la ciudad para disfrutar del paisaje.

Llegamos al puerto de Colón con las últimas luces del ocaso y penetramos en la dársena, abarrotada de mercantes esperando turno para cruzar el Canal.

Nos dirigimos a la Marina elegida, repleta de yates, casi todos de paso, no en vano este es uno de los 4 puntos de encuentro a nivel mundial de transmundistas que circunvalan todo el planeta.

Amarramos en el pantalán principal a las 18:30 HL y por fin descansamos la rueda, después de surcar 2.400 millas que separan el frío Canadiense del trópico americano.

 

Martes 23 de noviembre: 19:00HL (local), Colón (Panamá).

Esta noche no tengo guardia; tengo una cita: me he de reconciliar con una litera saltarina que me ha hecho la puñeta durante 13 días.

Aquí dejo esta crónica hasta la próxima singladura.

Capi
oskargil@hotmail.com
1 Comment
  • Capi
    Posted at 22:08h, 24 enero

    Thanks a lot Jason!!